Olvidaste otra vez dónde dejaste las llaves. Tienes una pila de tareas pendientes y no sabes por dónde empezar. Mientras alguien te habla, tu mente vuela a otro sitio sin que te des cuenta. ¿Sólo eres distraído o podría tratarse de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)?
El TDAH no es sólo cosa de niños. Aunque muchos lo asocian con la infancia, hay adultos que lo han tenido toda su vida sin saberlo. Y descubrirlo puede ser un punto de inflexión.
El TDAH que creció contigo.
Algunas personas con TDAH logran adaptarse en la niñez y adolescencia, pero conforme las responsabilidades aumentan, los desafíos se hacen evidentes. Organización, gestión del tiempo, concentración y regulación emocional pueden ser complicadas sin una razón aparente. La frustración crece cuando ven que otros manejan el día a día con más facilidad.
Tal vez escuchaste frases como: “Si de verdad te interesara, lo harías” o “Eres muy inteligente, sólo tienes que enfocarte”. Pero el TDAH no es una falta de interés o de voluntad; es un cerebro que funciona diferente.
¿Cómo saber si es distracción común o TDAH?
Si bien todos podemos ser olvidadizos o dispersos, el TDAH se distingue por su persistencia e impacto en la vida cotidiana. Algunos signos incluyen:
- Dificultad para mantener la atención en tareas largas.
- Olvido frecuente de citas, compromisos o tareas importantes.
- Tendencia a postergar actividades esenciales.
- Problemas para organizarse o administrar el tiempo.
- Sensación de estar en un caos constante.
- Impulsividad, desde interrumpir conversaciones hasta tomar decisiones sin pensar.
- Dificultad para relajarse o sentirse inquieto sin razón aparente.
Si te identificas con varios de estos puntos y han sido una constante en tu vida, podría valer la pena explorar un diagnóstico con un profesional.
El alivio de entenderte.
Para muchos adultos, recibir un diagnóstico de TDAH es un cambio de paradigma. Dejan de verse como “flojos” o “desordenados” y comienzan a entenderse. Descubrir que hay una explicación para lo que han vivido trae consigo un sentimiento de alivio y autoaceptación.
Tener TDAH no significa que no puedas llevar una vida plena. Existen estrategias para mejorar la organización, herramientas para gestionar la atención y, en algunos casos, tratamiento farmacológico que ayuda a regular las funciones ejecutivas del cerebro.
Un camino de autodescubrimiento.
Aceptar un posible TDAH en la adultez es una invitación a conocerte mejor. Puede implicar ajustes en tu rutina, encontrar nuevas formas de productividad y rodearte de personas que comprendan tu proceso.
Si has vivido sintiendo que “algo no encaja”, buscar respuestas podría ser el primer paso para transformar tu manera de ver la vida. Porque no es que seas distraído sin más; tal vez simplemente tienes un cerebro que necesita un enfoque diferente.
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